miércoles, 28 de julio de 2010

DAIBUS: Un viaje peculiar


Es Miércoles Santo. Por fin ha llegado la Semana Santa! y como buena malagueña que soy me voy pa mi tierra a ver tronos, respirar incienso y moverme entre multitudes. Porque las cosas como son: una de las cosas que más nos gusta a los malagueños a parte de los espetos, la playa y decir que Antonio Banderas nació aquí es ir al centro en Semana Santa y estar mas apretujaos que una sardina en una lata. Además después de tanto Madrid y tanto follón de trabajos, entrevistas y demás no puede venirme mal volver a mi tierra unos cuantos dias. Muy contenta y dicharachera, me dispongo a buscar vuelo cuando observo las tarifas seleccionadas para las fechas comprendidas entre Miercoles-Jueves Santo y Domingo de Resurección.

-Maaaadre de mi vida!! Ni que el avión fuera de oro....

Opción B: Renfe. Nuestro querido y muy esperado AVE que te pone en la playa de la misericordia en 2 horitas y media... Aquí esta, Miércoles Santo a Domingo...

-Maaaaaaadre de mi vida!! ¿Pero qués es esto? ¿Es que se han puesto de acuerdo para que este año nadie vea tronos? Pues yo me voy para Málaga aunque sea haciendo footing...

Opción C (solo recomendada para ocasiones desesperadas): El bus.

Aquí es donde comienza mi peripecia de hoy.
Daibus es la empresa que hace el recorrido entre Málaga y Madrid. Yo he sido usuaria de sus servicios bastantes veces ya y debo decir que el 100% de las veces, me he prometido a mi misma que sería la última y que la próxima vez pagaría un poco más para irme en Tren. Lo que pasa es que este autobus tiene truco y trabaja como una gran tentación de la que es dificil apartarse ya que la tarifa de ida y vuelta ronda los 43 euros (frente a los 160 de renfe). Así que cuando vas a sacarte un billete la conversación que mantienes con tu subconsciente viene a ser así:

-¿Me voy en bus o me voy en tren?
-Tren. Sin duda tren.
-Pero es que el bus es tan barato...
-Si pero el tren te lleva en 2 horas y media!
-Ya pero el bus es taaaan barato...
-Si, pero recuerda la última vez!
-Ya, pero es que es taaaan barato....me duermo y así se hace más corto.
-Recuerda la ultima vez, recuerda la ultima vez!
-Me voy en bus que me ahorro un pastón.


Y así es como al final te encuentras donde estaba yo en ese momento. Aún así, mi intención esta vez no era en absoluto usar el autobus, pero visto que los otros medios de transporte no estaban a merced de mis posibilidades económicas, y que yo quería ir al sur fuera como fuese, acabé donde acabé: En la estación Méndez Álvaro un Miercoles Santo a las once de la noche.

Cuando llegué a la estación, como siempre a 5 minutos de que saliera el bus, el panorama que me encontré allí fue desolador. Desde lejos parecía una batalla campal al más puro estilo BraveHeart. Lo que a mi me parecíeron cientos de personas, luchaban por conseguir encontrar su plaza en uno de los 9 (si, 9) autobuses que Daibus había destinado al recorrido Madrid-Málaga. Hallá donde miraba, gente gritaba y corría de un bus a otro intentando colarse en alguno, y en cada uno de ellos, unos conductores cuando menos estresados intentando pasar lista y decirle a la gente cual era su vehículo. Mientras tanto, una señora se acerca a mi y me dice que si tengo billete para Málaga me lo recompra. Con cara de no saber qué hacer, respiro hondo, dejo a la mujer con la palabra en la boca y me dispongo a adentrarme en la batalla para saber qué autobús es el mío.
Después de numerosos pisotones, empujones y un tirón de pelo -supuestamente accidental-, consigo acercarme a un chófer bastante estresado que me dice que mi nombre está en el autobús número 3. Le doy las gracias y echo a correr entre la muchedumbre buscando el autobús en cuestión. Cuando lo encuentro, una señora me informa de la verdadera situación: Daibús no había previsto que tanta gente quisiera ir a Málaga en estas fechas (por lo visto años anteriores no había sido tan bestia), así que vendió billetes a mansalva y un par de días antes, se dieron cuenta de que no tenían suficientes buses disponibles para tanta demanda, por lo que tuvieron que "alquilar" buses para tal efecto. La gente que sacó su billete primero iba en un bus nuevo, cómodo y con aire condicionado. La gente que, como yo, había sacado su billete a última hora, iba en un bus, que la semana anterior había servido para transportar gallinas (o al menos eso fue lo que em apreció a mi).

La cosa era que mi autobús resaltaba entre todos los demás. Cuando los otros eran altos, fuertes y con cristales tintados; el mío era pequeño, marrón y yo hubiera jurado que de tiempos de la dictadura. Estoy segura de que si Ibáñez hubiera visto ese autobús y la imagen que daba entre todos los demás, lo hubiera destinado como medio de transporte para alguna peripecia de Mortadelo y Filemón.

-Un momento- le dije a la señora-¿pero nosotros vamos a ir....ahí??-

De repente, uno de los chofers se subió a lo más alto de uno de los buses y gritó "PORFAVOR, TENEMOS QUE PARTIR. VAYAN SUBIENDO PORQUE EN CINCO MINUTOS NOS VAMOS. Y EL QUE NO ESTÉ DENTRO SE QUEDA EN TIERRA!"

En ese momento, se desplegó una avalancha de gente intentando subir a la vez a todos los autobuses. Eché a correr y me metí como pude en el mío,con más miedo de perderlo que de viajar en él. Cuando por fín conseguí entrar, el chófer del bus discutía a gritos con uno de los pasajeros mientras la gente miraba. Por lo visto, el bulto que llevaba el hombre era demasiado grande para llevarlo en cabina, y el pasajero le decía al chófer que lo llevaría aunque él no quisiera. Comenzaron a encararse y el conductor dijo que el bus no saldría mientras no bajara su bolsa al maletero. Casi con lágrimas en los ojos, ví como el resto de autobuses se marchaba, quedándo aparcado allí solo el mío (porsupuesto) y con dos personas que no se ponían deacuerdo. Hizo falta media hora de gritos, un amago de pelea y un guardia de seguridad para bajar al tio del bus, que al final prefirió quedarse en tierra que bajar la bolsa (cabezotas y gilip***as hay en todas partes). Desde mi ventana, pude ver como nos miraba desde el andén cuando por fin salimos de la estación, casi una hora depués de lo previsto.

Así comenzamos nuestro viaje, en un autobús de gallinas, sin ningún tipo de sistema de seguridad, más apretados que en una lata y con un chófer de unos 107 años que achicaba los ojos para enfocar la carretera. Cuando no llevabámos ni una hora de viaje, vemos como el autobús se para aparentemente sin motivo y la mitad de los pasajeros que ibamos medio acurrucados nos despertamos. No encontrábamos literalmente en mitad de la autovía A-4, parados en el arcén a la 1 de la madrugada. ¿El motivo? un conductor que se hacía pis y no se le ocurrió un lugar mejor para parar. Tras él, 7 tíos más bajaron del bus para descargar sus vejigas en mitad de la noche no sin antes protestar, porque nuestro autobús no tenía lavabo. El numerito nos costó media hora más de retraso.

Seguimos nuestro camino ya con el conductor bien desahogado, cuando siento como el bus para de nuevo.

-¿Y ahora qué?

"SEÑORAS Y SEÑORES VAMOS A HACER UNA PARADA RUTINARIA DE 40 MINUTOS"

-¿¿¿40 minutos???? Para qué?-

De todos es sabido que el Daibús para a mitad de camino durante media hora. Mi sorpresa vino cuando el conductor del autobús se acercó al señor que estaba de guardia en la gasolinera y le preguntó por un mapa de carreteras.

-No puede ser- me dije a mí misma negando con la cabeza. Y fue aquí, exactamente aquí, cuando me di cuenta del error que había cometido eligiendo el bus en lugar del tren.

Tras otro rato proseguimos nuestro viaje. Debo decir que me dormí un par de horas así que no se muy bien lo que ocurrió en ese tiempo, pero sé que me levanté para descubrir que ibamos a parar durante 45 minutos en Granada.

-¿45 minutos?- le pregunté a la mujer que se sentaba junto a mi. -¿¿Y qué co*o estamos haciendo en Granada si el Daibús siempre viene por Córdoba??

Tras decir ésto el chófer nos informó de nuestra nueva hora de llegada. Una llegada que en un principio estaba programada para las 5de la mañana y que al final sería a las 7. No nos lo podíamos creer. El señor había discutido con uno de los pasajeros, parado en mitad de la autovía, había hecho el camino que le había dado la gana y encima nos tenía alli parados 45 minutos más. La gente no lo soportó.

Una avalancha de gritos y protestas -yo incluida- comenzó contra un chofer que parecía no oir nada y que se tomaba un café con la mayor parsimonia de la historia. Al final, nos calmamos y decidimos echarle paciencia al asunto porque, qué otra cosa podríamos hacer. Al fin y al cabo, era él quien conducía. Proseguímos el viaje y la última peripecia se dió a nuestra llegada a Málaga. (Se recuerda a los lectores que los datos que se dan son veridicos)
Resulta que el señor conductor hacía años que no hacía la ruta Madrid-Málaga y, claro, es lo que tiene que Málaga haya cambiado un poco el los últimos 25 años. Cuando llegamos, el trono de la Cofradía de la Aspiración estaba todavía encerrándose (muy tarde, por cierto). Como no sabía el camino, el conductor de nuestro autobús se pasó la entrada con el cartel que decía "estación de autobuses" y aceleró directamente hacia la zona cortada para el tráfico. Trás el grito de varios pasajeros del bus -entre ellos una servidora-, y la mirada atónita de los viandantes/nazarenos que todavía deambulaban por allí, el bus dió la vuelta para meterse en una calle que nos llevaría en dirección contraria a donde queríamos ir. La gente volvió a gritar y el conductor se agobió. Paró el bus en medio de un cruce y se quedó pensativo hasta que ya no lo soporté mas. Como pude, salí de mi asiento y me senté en las escaleras de al lado de él. Intetándo calmarme a mi misma y con el corazón a mil, me apiadé del pobre hombe y fui indicandole el camino a seguir hasta la estación de auobuses mientras una jauría de pasajeros gritaban detrás de mí. El pobre hombre me pidió mil perdones; y fue entonces cuando me contó que no iba a Málaga desde hacía 25 años. Cuando por fín llegamos al cruce de la estación, volví a mi sitio....para tener que levantarme de nuevo de inmediato porque nuestro chófer se había pasado la entrada a la estación y se dirigía en misión suicida en dirección contraria por la calle paralela a la estación.

Cuando por fin puse los pies en suelo firme, nisiquiera yo me lo creía.

Aun asi, esta no fue la última vez que cogí el Daibus, ni la última vez que me pasaron cosas en él...


....pero eso ya es otra historia.


P.

1 comentario:

  1. Nooo me lo puedo creerr...me han pasado miles de cosas absurdas o desesperantes en el bus...pero esta supera a todas,jajajaajajajajajaja

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